fnumerosky[ at ] vynsinergia.com
Planteos y replanteos del Home Office.
Esta época de velocidad, donde parece que adoptar las últimas tendencias es lo social y laboralmente esperado, no deja de mostrarnos sus puntos débiles. Un caso: el home office.
Recordemos cómo empezamos con esta modalidad. El trabajo de manera remota a nivel global, fue una respuesta reactiva a una situación absolutamente anómala: una pandemia mundial. De ahí que se adoptaron las soluciones que se pudieron para enfrentar la emergencia. No fueron decisiones meditadas, sopesadas, estudiadas. Ni elegidas.
Por supuesto que aparecieron de inmediato los estudios que querían mostrar los “grandes beneficios” del sistema, cuando el universo estudiado no respondía a un trabajo serio de investigación. Y me refiero incluso a instituciones prestigiosas que avalaron este tipo de apresuramientos ( parece que lo que muchas veces cuenta es “ser el primero en decir algo”… ).
En medio de la zozobra, de encierro colectivo sin precedentes, cualquier estudio debió de tener la prudencia de mostrarse como provisorio.
Claro que el trabajo desde casa, como toda novedad, y para algunas personas en particular, ha sido un gran hallazgo.
Por otro lado, y en paralelo, las mismas circunstancias impusieron a los líderes trabajar de un modo al cual no necesariamente estaban preparados para afrontar ( sin olvidar que ellos mismos tuvieron que adaptarse a esa situación en lo personal ).
La realidad muestra hoy que todas las bondades resaltadas, comienzan a desdibujarse. No por inviables, sino porque hoy contamos con un camino recorrido que nos muestra algunos inconvenientes. Y además, porque podemos optar.
En una nota anterior hice algunas reflexiones acerca del apoyo -o falta de él- a los líderes en este liderazgo remoto.
Ahora, dejo aquí algunas otras preguntas:
-
¿Estamos dando a los líderes las herramientas materiales y de capacitación para que esta modalidad sea una buena opción?
¿Está la empresa madura para llevar adelante esta forma de trabajo o es un equipo joven al que necesitamos embeber aún de nuestra forma de trabajo y lo recomendable resulta la modalidad presencial?
¿Es el formato que más se ajusta a los valores y formas que tenemos y aspiramos a hacer las cosas?
La cultura organizacional ¿se fortalece con esta modalidad?
¿Se puede establecer un sistema híbrido bien diseñado, que signifique un valor agregado a todos los involucrados?
¿Puede respetar la organización este tipo de vínculo sin invadir horarios que son del ámbito personal?
¿Es para el propio empleado una modalidad que se adapte?
Es momento de reflexionar. Ahora, ya no es necesaria una “respuesta-reacción”.